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jueves, 17 de junio de 2010

EL SPESO DE LA MEMORIA (Mi pequeño Libro)

Todas las cosas encuentran
la vida en su origen y él
no la rechaza.
Lao Tse.









































EL PESO DE LAMEMORIA




DEDICATORIA



Yo no se si amaneció de nuevo,
o sólo soñaba.
Pronto supe que
volvería a encerrarme
en mi pasado.
Ahora me asomo a la ventana
Y la paloma vuela hacia mí.
Sé que eres tú.































Mujer
mírate allí en el cielo
luna que no le teme
a la oscuridad,
preciosa, siempre
inmortal.

Yo recojo las letras mudas,
las que no se leen
las que no gritan,
letras ahogadas en la
palabra
las que recogen
el dolor del cuerpo,
del alma, de la humanidad.

Yo recojo las letras mudas,
las de la mujer del prostíbulo
las de la madre abnegada
las de la mujer sin nombre
las de la que quiso ser y no fue
las de la que no ha sido madre
y aún así lo es.

Y recojo las letras mudas
de la anciana mujer,
y las de la niña,
con temor de ser.

Yo recojo las letras mudas,
con ellas también las mías
las que tampoco se leen.



















El verso Libre

El verso libre es
La cometa que aletea
Que se soltó del hilo
Sin dejar de volar.
Es una ráfaga de aire,
Zumbando en mi oído.
Es la palabra abierta,
No un deseo
Fugaz.

El verso libre,
Es el hijo aquel
Que tanto ama la
Libertad,
Y se aparta del
Rebaño y no
Para de caminar.


El verso libre
no se mide y se comprende,
No sabe rimar.
Se toma el privilegio
Extenderse sin medida,
O simplemente,
Osa quedarse acurrucado
En un pequeño punto negro
Y luego,
No decir nada
Solo afligirse.


















Anduviste niño, anduviste.
Anduviste navegante por el mar.
Una estrella, una estrella sueña.
Una estrella sueñas niño,
Y el mar niño, el mar no te
la sabe pintar. Píntala niño,
píntala, que yo menos te la he de pintar.

¿Me pides niño que te pinte, que te pinte
unos zapatos para tus pies descalzos?
En que aprietos me pones niño,
en que aprieto.

En tus ojos niño, veo el mar
que atravesaste. Pero no encuentro
niño, la alegría en esos ojos.
No la hallo niño, no la hallo.

Niño píntame tú la aurora,
la estrella. Píntame niño
píntame mis pies, píntamelos.
Píntamelos descalzos, así niño.

Píntame niño en ese mar
píntame y enséñame
a ser navegante y
vamos juntos a soñar
























AZUL



Nada confunde la armonía de la vida.
Nada piensa un ser que se encamina sacudido
por la electrizante luz.
Nada pienso yo, cuando me acerco a aquel ser.
Nada. Y yo sigo al ser, me encamino
por su misma ruta. A su espalda.
Me quedo a su espalda, intentando
adivinar... ¿porqué sólo sigue esa luz?
Nada. Nada me dice nada.
Un instante. Bastó un instante.
Y yo me vi con su mirada
azul, toda azul.
Azul de agua, azul de cielo,
azul de mar.
Su mirada azul es la luz.
Nada me dije. Nada.
Esa es mi luz.





























ELLAS, TAN SOLO ELLAS


Sara, Carmen, Ana, Mayte. ¿Alguna más?

Cada día se hace nuevo.
Con el mismo nace el estadio impropio de un despertar ausente, que se dificulta con la burla sonora del tiempo.
No hay estadio, sólo un sitio simple, cómodo al rigor del tiempo que rodea al ritmo de la vida.
No hacen falta palabras, ellas solas vienen y van, y se quedan atrapadas en el aire sin descifrar.
No se descifran las palabras, se escuchan. No mueren, se agitan y se despliegan intentando cavar el oscuro sentir de la vida que no cesa.
Se incorporan los ausentes transeúntes. No es sólo un lugar, ni un sitio.
Es el retorno al silencio, ese silencio que se adormece, sino que vive dentro de si, es el silencio estratégico de secretos que no te han de mojar más que los labios con el sabor frío del licor, ese silencio cobijado por la música y las voces que no turban tu mente.
Me bebo todo el silencio y naufrago en él, condensando la armonía de la risa y la palabra.
Sigo esperando a que se abra la puerta, para que salga alguna de ellas y me vea.
La puerta continúa cerrada y mi mente se confunde, se retrasan mis pensamientos, una voz interior me pide que me acerque. Al acercarme, me doy cuenta de que soy yo quien tiene las llaves y me corroe el alma por no haber invitado a Sara, a Ana, a Mayte, a Carmen, y a... a alguna más. Las dejé fuera y yo sigo estando allí ausente






















Ausencia de ti



Siempre estuvo aquí.
Distante mi mirada, ausente, siempre ausente.
Siempre estuvo aquí
Distante, siempre distante.
¿Por qué se pierden los ojos?
¿Por qué se ausentan las miradas?
Aquí en esta quietud del tiempo,
donde el aire frío no es tan frío
pienso ahora en ti. ¡Qué ausencia de ti!
¡Que largo amanecer! Estoy al extremo
de tus sueños, en la cima de un amanecer
de otoño. Respiro la fragancia de tu cuerpo,
me entrego a la savia de tus besos, a la
suave caricia de tus manos. -¡Qué ausencia
de ti!- Largo es este amanecer de otoño
donde mi cuerpo tiembla de deseo.
Mañana, mañana ya no es mañana
Mañana se hace lentamente hoy. Y las horas
de hoy se harán tan lentas hasta el atardecer.
Será al atardecer. Al atardecer tus ojos, tu
boca, tu esencia.
Al atardecer, cómplices de nuevo.
Suspiros sin ausencia de miradas,
aceleración del tiempo, silencio y despedida.
Nuevamente, ausencia de ti.



























Barreras

Este inmenso sentido de la realidad
se me escapa. Ahuyentando ese áspero
proceso que avanza, que se cuela
por toda esta ruta sanguínea
lapidas todo entendimiento
entretenido en ti.
No vences las barreras
Tú eres la barrera
No avanzas, ni entiendes
El sentido real se escapa
Dentro de mi sentido.
Mi ruta sanguínea
ya no avanza, lapidada
por tu propio entendimiento.
No vences las barreras
Tú eres la barrera.



















Hoy desaparece
el pequeño
rayo de luna
que en esperanza
tiempo clama,
tiempo que se pierde
tiempo que no para
tiempo que no espera.

Hoy que la razón
no entiendo,
busco
soledad, en los poetas
esa palabra, ese verso
que pueda borrarte.
Aún no la encuentro

Hoy no entiendo
no me entiendo,
presa de la oscuridad
traficante del temor.














MUJER LUZ



Para mirarme, necesito ver mis ojos.
-No puedo ver mis ojos-
Veo tus ojos reflejados en mi alma.
Antes de ti... no se qué decirte.
Antes de ti una sombra,
una piedra con figura de mujer.
Yo mujer del tiempo y sin futuro
Tu luz ausente
Cuerpo lejano, alma y cuerpo.
No veo mis ojos. Mis ojos no me ven.
Caigo en el estrepitoso abismo,
en la oscuridad del deseo absurdo,
en el perpetuo deseo de no ser,
de no estar y estar a la vez pétrea.
Figura y piedra hecha mujer.
Todo a la vez y nada.
Hoy tu, rosa y risa.
Forma lúcida, despertar,
acontecimiento nuevo en el
ocaso de mis días. Retroceso y avance.














































I

Una hoja cae
Cae un rayo de luz tras esa hoja.
El niño mira impaciente
La madre no tanto
No tanto, porque no siente
La luz.
Coge la hoja el niño
Sigue mirando su luz
La madre no tanto, sólo ve
La hoja en la mano del niño.

II

Entretanto,
La luz continúa aquí,
esperando el amanecer de
esos ojos que osan no saber
nada.
Ella por todos lo espacios
habitables. Se mueve por todos
los rincones no visibles.
Ella ingenua, intenta
abarcar el universo,
instalarse en mentes
de seres extraordinarios.
Exigentes, extremadamente sutiles,
infinitamente sutiles. Sutiles.

III

Una hoja cae.
No hay rayo de luz
La hoja se deslizó de la mano del niño.
No hay luz
La luz busca refugio en los ojos de ella
Ella no tanto, no tanto...












Camino contigo.
Paso a paso
En cada paso un pensamiento.
En un pensamiento, una mirada.
En una mirada, esa luz
Y en esa luz, tú.
Tú, mi dulce ausente,
Reposo sereno,
Eterna vida.









































Tiempo de tiempos,
Tiempo
Que al tiempo reclaman
Marco yo el mío
Del mío no se dice nada.
Me pierdo en estas líneas
Porque el tiempo no me toque,
Porque las voces
No
Me
Alcancen
Porque...
Porque me vencen
Los
Pensamientos.
Huyo de la tiranía
Y
Me escondo en ella.
Ciego mi palabra
Porque ella,
Ella
Siempre
Ha sido muda
Y aún así, pide tiempo
Y tiempo
Reclama
Y él
No
Escucha.





















Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?


A José Hierro

Inútilmente interrogo.
Y es que siento cómo se deshace
el tiempo entre mis dedos
sin dolor, sin miedo, con valor.

Desde tus párpados ciegos
señor Hierro, poeta navegante,
poeta de las nubes, te escribo
con ritmo insuficiente, porque
no entiendo tu silencio hasta
que llego a tus versos.

Y cuando ya llego allí,
a tus versos, nuevamente
me interrogo, ¿qué haces
mirando a las nubes José Hierro?
Y tus párpados, responden:
tu sigue mirando el cielo.
























Este mío amanecer
que de otro ya no es.
Este amanecer de un día mío
y este día
que no quisiera
que sólo mío fuera.
¡Ay!, que amargo dolor
por este amanecer
tan solo mío.










































El último verso
se halla perdido
¿Dónde hallarlo?

quizá

en un pensamiento
ajeno,
en una mirada
sin rostro
o en una luz
en la sombra.

El último verso
se ha quedado atrapado
¿Dónde?
¿Cómo rescatar esa
palabra del verso
que lo redima?































Así es que, mejor no

Alguien me dijo un día:
ríete de la noche.
Y me reí de la noche,
reí con la noche.
Amanecí con la noche.

Alguien me dijo:
ríete de la oscuridad.
Miré hacia el fondo
de la oscuridad,
caminé hacia el fondo
de la oscuridad,
llegué al fondo
de la oscuridad.

-Pensé en reírme-

Retrocedí.

Pensé,
lo pensé.

Así es que…

Mejor no.






















Un día más para contar.
Para sumarme a su respiración
acortando distancia, sintiendo en mi piel
su soledad. Soledad que viaja
a contratiempo, rompiendo cadenas,
desacelerando el tiempo, invadiendo
espacios, retando miradas.

Un día más para contar.
para respirar su piel,
para viajar con su soledad
para parar el tiempo con una
inmensa oleada de besos interminables,
besos que rompen esas
cadenas que se alejan
del amor.

Desacelerando el tiempo
con intensas miradas furtivas
e invadiendo espacios
retando al aire
para contar su historia
para viajar en su historia
en su tiempo
en su respiración
en su piel.


























Epitafio


Aquí me quedo. Sólo con mi respiración.

Saldré a pasear mi alma; quizás si, quizás no.

Y estaré, sólo con mi respiración, se acaban viejos anhelos,
nuevas esperanzas crecen; las de mis eternas huellas.

Moraré sobre esta nueva tierra, donde no habrá frío, sino calor.

Mi respiración les digo, es el amor, y la vida, la fe y la amistad.

Mi respiración es eterna, con ella
me quedo yo

Sólo con

mi respiración.

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