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domingo, 21 de septiembre de 2008

MUJER MIRADA





Todo continúa aún quieto.
En un banco del parque, con
los pies sobre las hojas de
otoño que han tardado en caer,
la niña está sentada.
Sola ahí, quieta. Sola en el ruido
no sabe del amanecer, ni del frío.
No sabe como la miro yo.
Un pájaro ronda su cabeza,
-el mismo que me ronda-
Hace frío.
El viento mueve esas hojas quietas
hace un instante.
Hace frío y la niña continua ahí
quieta, inerme. ¡Ese pájaro que no
se va!. Mis brazos no la alcanzan.
¡Cuánto frío! Tengo los brazos congelados
y la niña no me ve, no los ve. No ve
mis brazos estirados. La distancia es corta
y larga a la vez.
Los pasos avanzan... muchos pasos.
Y todo continúa quieto.
Ya no aire, no hay ruido.
El pájaro sigue ahí, en su cabeza
como en la mía. El lazo de su pelo
cae sobre las hojas, ella lo hunde con
sus pies entre las hojas.
El pájaro se ha ido.
La niña se ha hundido toda entre las
hojas, la han hundido.
La niña no está, desapareció,
se desvaneció.
Ahora el pájaro sigue aquí, sólo
En mi cabeza. Ya no hay más pájaro,
el suyo desapareció.
¿Y la niña? ¿Dónde está la niña?


Zepi.

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